MUCHO MÁS QUE UN DOLOR DE CABEZA

La adolescencia es una etapa de cambios intensos: el cuerpo crece, las hormonas marcan nuevas etapas y el cerebro termina de madurar. En medio de esta revolución, muchos chicos y chicas se enfrentan a un problema que a menudo se banaliza: el dolor de cabeza. De ello hemos hablado con la Dra. Marta Recio, neuróloga del Hospital Reina Sofía de Córdoba, con motivo del Día Internacional de Acción contra la Migraña que se celebra cada 12 de septiembre
Casi todos hemos tenido alguna vez cefalea, pero no todas son iguales. Algunas son secundarias -es decir, aparecen como consecuencia de otra enfermedad, como una sinusitis, un problema de visión o incluso el abuso de ciertos fármacos-, pero las más habituales en la adolescencia son las cefaleas primarias, entre ellas la migraña y la cefalea tensional.
¿Por qué duele la cabeza?
El cerebro como tal no duele: carece de receptores de dolor. Lo que sí puede doler son las meninges, los vasos sanguíneos y los nervios que rodean al cerebro. Cuando se inflaman, se dilatan o se irritan, se desencadena la sensación dolorosa. En otras ocasiones, es el propio sistema nervioso central el que se activa de manera anómala, generando una crisis de migraña.
Cefalea tensional y migraña: las grandes protagonistas
La cefalea tensional es la más común. Se percibe como una presión leve a moderada, como si lleváramos una banda apretada en la frente. Suele estar vinculada al estrés académico, la falta de sueño o las horas de pantalla, y aunque es molesta, rara vez incapacita.
La migraña, en cambio, es otra historia. Es un dolor pulsátil, a menudo intenso, que empeora con la actividad física y que puede durar desde dos hasta 24 horas en adolescentes (en adultos hasta 72). Se acompaña de náuseas, vómitos, fotofobia (molestia a la luz) y fonofobia (intolerancia al ruido). Muchos adolescentes relatan que necesitan encerrarse en un cuarto oscuro y en silencio para poder sobrellevar la crisis.
¿Qué es el aura?
Aproximadamente uno de cada tres adolescentes con migraña experimenta aura, un conjunto de síntomas neurológicos previos al dolor: luces en zigzag, destellos, manchas en el campo visual, hormigueos o incluso dificultad para hablar. Suele durar entre 20 y 40 minutos y actúa como un aviso de que la crisis está a punto de empezar.
Signos de alarma: cuándo consultar
Aunque la mayoría de las cefaleas adolescentes son benignas, existen señales que exigen una valoración médica urgente:
- Dolor brusco, de inicio explosivo.
- Dolor que despierta al adolescente por la noche o aparece siempre al levantarse.
- Cefalea acompañada de fiebre, rigidez de cuello o alteraciones neurológicas.
- Dolor desencadenado por esfuerzo físico intenso, tos o movimientos bruscos de cabeza.
En estos casos, puede ser necesaria una resonancia magnética para descartar causas secundarias.
Cambios hormonales y adolescencia
La pubertad marca un antes y un después. En las chicas, la menarquia (primera menstruación) suele ser el punto de partida de las migrañas, y los cambios hormonales mensuales actúan como desencadenantes. En los chicos también puede aparecer, aunque con menos frecuencia.
Factores desencadenantes
Cada adolescente tiene los suyos, pero los más habituales son:
- Estrés académico o emocional.
- Cambios de sueño (dormir poco o demasiado).
- Saltarse comidas o ayunar.
- Cambios meteorológicos.
- Exposición prolongada a pantallas.
- En algunos casos, ciertos alimentos o bebidas (pero no hay listas universales).
Tratamientos: del alivio al control preventivo
En plena crisis, lo más importante es actuar pronto. Antiinflamatorios como ibuprofeno o naproxeno suelen ser eficaces, y en casos seleccionados se usan triptanes, específicos para la migraña.
Si las crisis son frecuentes, se puede valorar un tratamiento preventivo:
- Fármacos clásicos (betabloqueantes, antiepilépticos, antidepresivos).
- Suplementos con evidencia (magnesio, riboflavina, coenzima Q10, melatonina).
- En casos crónicos, toxina botulínica.
- Y lo más novedoso: anticuerpos monoclonales anti-CGRP y gepantes como el rimegepant, que han revolucionado el manejo de la migraña en adultos y pronto podrían extenderse a población más joven.
Hábitos neuro-saludables
No todo son pastillas. Los hábitos de vida marcan la diferencia:
- Mantener horarios regulares de sueño.
- Hidratarse bien.
- Hacer ejercicio moderado de forma habitual.
- Comer de manera equilibrada, evitando ayunos prolongados.
- Reducir el estrés y no sobrecargar de actividades extraescolares.
En resumen
La migraña en la adolescencia no es un simple dolor de cabeza. Es una enfermedad neurológica que puede condicionar la vida escolar, social y emocional de quienes la padecen. Conocer sus fases, identificar los factores desencadenantes y aplicar tanto tratamientos médicos como hábitos de vida saludables son claves para devolverles calidad de vida.
Más info:
Entrevista de Cristina Mitre al neurólogoJesús Porta-Etessam

