HOY EN ONDA CERO: LAS PELEAS ENTRE HERMANOS

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Las peleas entre hermanos son una de las situaciones que más desgastan a las familias. Cuando los hijos son pequeños, solemos verlas como riñas pasajeras, pero en la adolescencia ganan en intensidad: más fuerza física, más impulsividad y más agresividad. Y los padres nos preguntamos: ¿es normal?, ¿hasta qué punto debemos preocuparnos?, ¿qué podemos hacer? Hemos hablado de ello hoy en Onda Cero Córdoba, con Guillermo García Carranza y Antonio David Jiménez.

La respuesta, como casi siempre en educación, no es única ni sencilla. Lo primero que conviene recordar es que tener hermanos es un valor en sí mismo. En un país donde el índice de fecundidad es de 1,3 hijos por mujer y un 30% de las familias tienen hijo único, crecer con hermanos es una suerte: supone tener compañía, apoyo, afecto y, sí, también conflictos. Alejandro Rodrigo lo recuerda en su blog: “tener hermanos es una fortuna, aunque se peleen, porque los hermanos se quieren, se educan y se acompañan”.

¿Por qué se pelean los hermanos adolescentes?

Las causas son variadas:

  • Competencia por recursos: espacios (sofá, habitación, baño), objetos (móvil, consola) y, sobre todo, la atención de los padres .
  • Celos: emoción universal que avisa de un posible desequilibrio en el vínculo. Bien gestionados, los celos ayudan; mal interpretados, generan agresividad (López, 2019).
  • Búsqueda de identidad: la adolescencia es una etapa de diferenciación. A veces un hermano se define en oposición al otro.
  • Modelaje familiar: los hijos aprenden observando cómo los padres gestionan sus propios conflictos .
  • Descarga de tensiones externas: a veces los adolescentes descargan en casa la presión acumulada fuera (escuela, amistades).

Como explica Adolescere.es, los conflictos fraternos son normales, pero si se convierten en el principal modo de relación o llegan a la agresión física, hablamos de un problema que requiere atención.

El papel de los padres: estilos educativos y modelaje

Los estilos parentales marcan la diferencia:

  • El autoritarismo genera sumisión o rebelión.
  • El permisivismo, caos y falta de límites.
  • La sobreprotección, dependencia.
  • El democrático-asertivo, en cambio, ofrece la mejor base: reglas claras, respeto, negociación y empatía .

Además, los padres somos modelos. Como señala Bebés y Más, si resolvemos las diferencias con gritos, ellos aprenderán lo mismo. Si negociamos y pedimos perdón cuando nos equivocamos, les damos la herramienta más poderosa: el ejemplo.

Cuándo intervenir (y cuándo no)

No todas las peleas requieren intervención. A veces, discutir es un entrenamiento social: aprenden a defender ideas, negociar y ceder.

📌 No intervenir cuando:

  • Es una discusión verbal sin insultos graves.
  • La pelea tiene poca intensidad y se resuelve sola.

📌 Intervenir cuando:

  • Hay violencia física.
  • Se cruzan líneas de respeto (insultos, humillaciones).
  • Uno de los hermanos queda siempre en desventaja.

El psicólogo Alejandro Rodrigo lo explica en su vídeo sobre el arte de discutir con adolescentes: algunos hijos discuten de forma racional (necesitan elaborar argumentos) y otros de forma pasional (necesitan desahogarse). En ambos casos, lo importante no es ganar la discusión, sino acompañarlos en el proceso.

4 claves imprescindibles para entender las peleas

Según Alejandro Rodrigo, hay cuatro aspectos que ayudan a analizar y actuar ante los conflictos:

  1. Periodicidad: no es lo mismo una pelea mensual que un enfrentamiento diario. La frecuencia nos indica si estamos ante algo normal o ante un síntoma de necesidades no cubiertas.
  2. Género: aunque niños y niñas se pelean por igual, hay que vigilar que no haya conductas de dominio machista.
  3. Verbal o física: los insultos ya son un límite a corregir, pero la violencia física exige intervención inmediata y tolerancia cero.
  4. Intencionalidad: distinguir entre un estallido impulsivo y un plan deliberado para dañar. El segundo requiere una intervención mucho más firme.

Estrategias prácticas para el día a día

  1. Mantén la calma: gritar solo agrava la situación.
  2. No compares: cada hijo es único, las comparaciones solo generan rivalidad.
  3. Reparte tu atención: dedica tiempo exclusivo a cada uno.
  4. Crea reglas claras para espacios y objetos compartidos.
  5. Mediador, no juez: separa, calma y luego escucha a ambos. No des veredictos, fomenta acuerdos.
  6. Enséñales a reparar: pedir perdón, devolver un objeto, compensar un error.
  7. Refuerza lo positivo: felicita cuando resuelven sin tu ayuda.
  8. Busca momentos de complicidad: actividades conjuntas, humor, juego cooperativo .

Reflexión final

Las peleas entre hermanos adolescentes son agotadoras, sí, pero también son una oportunidad educativa única. A través de ellas aprenden a discutir, negociar, ceder y reconciliarse. Nuestra misión no es evitar cada pelea, sino acompañarles para que ese aprendizaje sea sano y constructivo.

Como recuerda la Enciclopedia Infantes, la calidad de las relaciones fraternales tiene un impacto duradero en el desarrollo psicológico. Y Tu Adolescente añade que la rivalidad puede ser destructiva si no se gestiona, pero también un motor para el crecimiento personal.

En definitiva: tener hermanos es una suerte, aunque a veces se peleen.

🔖 Referencias

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